Pese a que ciertas veces haya cierta morosidad narrativa, con mucha gente hablando de la situación pero donde pasa poca cosa, o que el gran villano caiga en ese tópico absurdo de ir matando a sus subordinados si le dicen algo que no quiere oír (ya me diréis quién trabajaría allí), me sigue pareciendo un gran título por sus puntos humorísticos (los homenajes a Bradbury, Lovecraft y compañía que se marcan en estos número, por ejemplo) y por su postura política sin disimulos, con la gran empresa capitalista como enemigo a batir.
No sé si Al Ewing se perderá por el camino pero de momento sigo con esta serie.
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