lunes, 24 de diciembre de 2018

Paul Gulacy y Doug Moench: Master of Kung Fu Omnibus 2

Este tomo recopila los mejores momentos de la serie, en mi opinión: la saga de Gato, la trilogía de los Exportadores Orientales y la saga de seis partes, con prólogo y epílogo, contra Fu Manchu. Bueno, de esta serie, de la historia de Marvel y de la historia del comic americano. Son una joya.
Gulacy está soberbio: sus juegos de luces y sombras, sus filigranas narrativas, el uso de parecidos con actores (lo que hoy no le dejarían hacer, claro) para potenciar sus personalidades. Impresionante. Aún no entiendo que no le dejaran hacer las portadas.
Moench se arriesga, con números de compleja lectura, con relaciones sentimentales más reales que las habituales en los comics de Marvel, tan soap opera ellas, con personajes complejos tremendamente reales, de forma que cuando algo malo les sucede, y les pasa con bastante frecuencia, duele. Y todo ello con unos textos tan hermosos como tristes.
Lástima que Gulacy se fuera por sus dolores de espalda que ya habían provocado algún fill-in de vez en cuando. Le sustituyó Jim Craig, un joven prometedor, con ojo para imitar a Gulacy en el estilo narrativo pero que era aún peor para las entregas, lo que causó que se llegara a reeditar algún número antiguo, o que Pat Broderick hiciera un número que se editó un año y medio más tarde o que empezara Mike Zeck a ir haciendo números de sustitución hasta que se decidió que Zeck iba a ser el dibujante fijo. Este baile de dibujantes hacía que la trama principal fuera durante una buena temporada a trompicones, apartándose uno o dos meses para dar paso a los fill-ins que, sí, estaban bien, a veces incluso muy bien, pero que no hacían olvidar su condición de relleno intemporal...

Liniers: Macanudo 12

Ideas tan marcianas y maravillosas como ésta son las que hacen esta tira tan inimitable (aunque bien lo intenten algunos sustituyéndole de vez en cuando en plan invitado especial)


Liniers: Macanudo 11

Tan memorable como siempre.
Lástima de que en este tomo repitan algunas tiras del anterior, no sé por qué. eso me hace sospechar de que los tomos son más selección que publicación integral y cronológica...

Liniers: Macanudo 10

Demasiado tiempo sin leer los últimos tomos de esta magnífica serie...
Sigue siendo tan divertido como siempre, mezclando humor absurdo, blanco, momentos más profundos con otros ligeros, frases poéticas con otras tremendamente prosaicas.
Y algunos invitados sorpresa...

lunes, 17 de diciembre de 2018

Nicolas de Crecy y Sylvain Chomet: Bug Jargal

Otros autores, muy jóvenes por entonces, dando sus primeros pasos con una adaptación de una novela de Victor Hugo, denuncia del esclavismo y del racismo.
Es correcta en lo argumental y más interesante en lo gráfico, aunque se le noten influencias a mansalva.

Alberto Breccia, Enrique Breccia y H.G. Oesterheld: Ché

Esta otra biografía de un revolucionario americano tiene como puntos álgidos, primero, a un Oesterheld brillantemente poético en sus textos, bellísimos, hechos con frases sueltas, sin enlazar, pero que permiten hacer al lector una idea muy precisa de lo que pasaba en esos momentos en la vida del protagonista.
Y, segundo, a los Breccia llenos de furia, de fuerza, de energía. Sabiendo las ideas políticas de cada uno y cómo se llevaban, trabajar juntos en una biografía del Ché debió ser un festival del humor.
¿Sabéis cómo uno sabe que hay maestros detrás de una obra? Cuando encuentras una viñeta así, con el momento en que disparan al corazón al protagonista... Qué simplicidad y qué potencia.

Luis García, Adolfo Usero y Felipe Hernández Cava: Argelia

Un álbum histórico sobre los inicios del movimiento anticolonialista de Argelia, sin protagonistas. Podría haber sido un ladrillo, relleno de datos, y por el contrario consigue transmitir de maravilla la atmósfera del enfrentamiento que se avecinaba y la sensación del abuso francés.
La mezcla de Luis García y Adolfo Usero al dibujo funciona sin fisuras, aunque haya viñetas que son más claramente de uno o del otro.
La mirada de esta viñeta me tiene enganchado, aunque la que le sigue con un policía con la cara de Belmondo sea mucho más conocida.

Andreas. Azteca

Una historia coral sobre los aztecas. Me divierten especialmente el final y una de las tramas (la del prisionero destinado al sacrificio), que me recuerdan mucho la película Apocalypto. Andreas, como en sus trabajos posteriores, tiende a narraciones nada sencillas que obligan al lector a la atención por el detalle. Me pregunto si son manías mías o hay una importante influencia de Corben en este autor... Tengo que investigarlo.
Es curioso ver en los álbumes de Ikusager muchos nombres que ahora son mucho más conocidos pero que en su momento eran recién llegados al mercado español.

Antonio Hernández Palacios y J.P. Gourmelen: Simón Bolivar, el libertador

El dibujo es una preciosidad en muchos momentos, con algunas viñetas apabullantes.
Pero me pregunto cuánto hay de Hernández Palacios y cuánto de Gourmelen en el guión. Porque esta biografía es tremendamente farragosa, llena de detalles gratuitos, sin ninguna importancia para la historia, algo a lo que era muy dado el primero en sus guiones, lo que hace que la lectura sea realmente tediosa.
Por no entrar en momentos como éste que es un claro ejemplo de libro de "Así, no".

jueves, 13 de diciembre de 2018

Carlos Giménez: Canción de Navidad

Seguramente soy yo pero veo cierto parecido en Carlos Giménez y Clint Eastwood en cuanto a que los dos les ha dado por trabajar como locos pese a tener ya una edad respetable, como si fueran conscientes de que el tiempo se les acaba (lo que es evidente con la parte final de esta obra), y quisieran dejar el máximo de obra posible...
Este álbum de más de cien páginas es buena muestra de ello. Un álbum con portada fechada en 2016 y con la última página en 2017. Seguro que ya debe haber hecho más de un álbum desde entonces...
Esta adaptación libre del relato de Dickens, nada complaciente, es idónea para que Giménez, que siempre ha tratado temas autobiográficos, vuelva a recorrer caminos ya conocidos como los "hogares del Auxilio Social" pero también para contar temas más personales y desconocidos, como su madre o algún primer amor, momentos llenos de ternura y nostalgia, bellísimos en su tristeza y mis favoritos por su emotividad. Giménez aprovecha la obra también, retomando otra de sus facetas, para denunciar la indiferencia ante los indigentes, ante los desahucios, ante la muerte de los inmigrantes...
Y, tal vez lo que me sobra más, para arreglar cuentas con un mínimamente maquillado Joan "Navárrez" Navarro.
Aunque reconozco que Giménez no se corta y es especialmente crítico consigo mismo, consciente de su cada vez mayor mal genio, de su misantropía, de su desapego familiar, de su voluntaria soledad.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Federico del Barrio y Felipe Hernández Cava: Las memorias de Amorós 4: Ars Profetica

Final de la serie. Una pena.
Porque Federico del Barrio estaba en un momento dulce, potentísimo gráficamente, clarísimo narrativamente.
Y porque Felipe Hernández Cava llevaba al protagonista a la Segunda República, a las puertas de la Guerra Civil, a una relación amorosa bella y complicada, y sus argumentos policiacos eran cada vez mejores. El de este álbum es formidable, con un asesino psicópata que deja enigmas, y me ha tenido enganchadísimo.
Comprad los álbumes a Ikusager.
¡O que alguien los reedite en un integral, hombre, ya!

Federico del Barrio y Felipe Hernández Cava: Las memorias de Amorós 3: Las alas calmas

Federico del Barrio prescinde de grises a partir de este álbum y se pasa a un blanco y negro puro, lo que creo que se ajusta mucho más a su estilo sintético.
Cava nos cuenta una historia llena de tragedia sobre el inicio del tráfico de drogas en Madrid. Porque es una obra tremendamente madrileña, llena de localizaciones y con personajes "castizos" con formas de hablar muy definidas, como Dimas, que cuando habla casi necesitas un diccionario...

Federico del Barrio y Felipe Hernández Cava: Las memorias de Amorós 2: : La luz de un siglo muerto

Una trama criminal bastante clásica con falsificaciones de arte de fondo bastante mejor atada sirve de decorado para la primera historia romántica de Amorós.
Sólo le falta una banda sonora, amigos.
Una obra formidable.

Federico del Barrio y Felipe Hernández Cava: Las memorias de Amorós 1: Firmado: Mister Foo

Nunca me había leído los cuatro tomos de Amorós de Cava y del Barrio. La compra de Ikusager me ha permitido corregir este vacío.
El primero es el más famoso, probablemente.
Curiosamente me parece el que tiene el argumento menos elaborado de los cuatro álbumes. Lo compensa de sobras la recreación de la época -brillante y, se nota, documentadísima-, los personajes bien definidos con cuatro detalles y unos diálogos formidables, aunque a veces suenen algo editorializantes
Me encanta ese uso de los bocadillos en la parte superior de las viñetas, algo parecido a lo que hizo Kyle Baker durante mucho tiempo para no confundir a los no habituales del medio.

Corrado Roi, Dario Argento y Stefano Piani: Dylan Dog: Profondo Nero

Que el cómic ya no es el ghetto que era es algo evidente. Antes, el cómic intentaba dignificarse ante la mirada de superioridad de la "Cultura con mayúsculas" mencionando los trabajos de gente como Patricia Highsmith que fue guionista de cómics antes que novelista famosa.
Al cómic antes sólo se acercaban autores de otros medios si eran procedentes del fantástico, que ya sufrían esas miradas de superioridad y les daba lo mismo. Eran autores como Harlan Ellison o Michael Moorcock.
Pero desde hace años estamos asistiendo de forma habitual a la publicación de cómics donde conocidos directores de cine, novelistas de gran éxito u otros nombres muy populares participan en mayor o menos medida con personajes ya conocidos, adaptaciones de sus obras o incluso, los más valientes, creaciones nuevas. Aquí tenemos nombres como Kevin Smith, Michael Chabon, Stephen King, Joss Whedon...
Aunque aquí aún no hemos visto a Pérez Reverte escribiendo al Capitán Trueno, en Italia anunciaron hace un tiempo la publicación de un álbum de Dylan Dog escrito por el director de cine Dario Argento. Los habituales ya sabréis que me encanta Dylan Dog y Argento es un director que, aunque tiene alguna película bastante terrible, tiene muchas formidables. Uno de los grandes del giallo con un personaje que le va como un guante.Una gran idea, sin duda.
El guión al final es a medias con Stefano Piani, lo que es una buena solución. Piani, además de haber escrito para Bonelli episodios de Nathan Never, por ejemplo, colaboró con Argento en su Dracula y escibió una serie de televisión de tema giallo con episodios dirigidos por otros nombres conocidos del género. Uno piensa, escéptico, que Argento se habrá limitado a dar el argumento y Piani lo habrá desarrollado. Al final del álbum Piani explica la génesis del proyecto (lo hace al final porque desmenuza la historia y su proceso creativo y leerlo antes te arruinaría las sorpresas) y cuenta que se escribió como siempre suele colaborar Argento con sus coguionistas: encerrándose en un hotel durante días y escribiendo cada uno diferentes partes. Curioso.
La historia es puro Dylan Dog. Escenas potentes y efectistas, argumento con algunas sorpresas... y elementos bastante forzados y absurdos. Como la gran mayoría de giallos, seamos sinceros. Uno ha de entrar en el juego para poder disfrutarlo. La trama cuenta con fantasmas, asesinos psicópatas, amor, mucho morbo y algo de sexo en forma de elementos sadomasoquistas (lo que permite, por cierto, un chiste de Groucho maravilloso a costa de las "50 sombras de Grey").
Siendo el resultado más que interesante y una curiosa aproximación del universo de Argento al cómic, he de reconocer que lo que más he disfrutado es el elengantísimo trabajo gráfico de Corrado Roi, especialmente al editarse en un tamaño superior al habitual y con una impresión que permite ver los detalles más sutiles. Roi nunca ha parecido tanto el hijo de Sergio Toppi y Bill Sienkiewicz que es. Roi, supongo que consciente del interés que ha despertado este álbum en Italia, nunca ha estado mejor y es una delicia poder estudiar sus viñetas y pensar qué trucos habrá usado para según qué efectos. Y encima, como cuenta Piani en su texto, les cambió el final porque lo veía poco potente. Piani estaba encantado con el cambio. Yo también porque esa viñeta final es una maravilla.
Bueno, como el resto.

Laura y Felipe Hernández Cava: Macandé

Ando estos días leyendo, releyendo, mirando los álbumes de Ikusager, principalmente porque descubrí hace unas semanas que venden sus obras por internet. Curioso. Sabía que vendían a algunas librerías de Euskadi pero poder comprar álbumes de hace más de veinte años nuevos, impecables, de álbumes que ni pudiste ver por la distribución de sus últimos tiempos y a un buen precio no deja de ser un gusto.
Este fue el primero que leí. Nunca lo había llegado a ver. Es francamente curioso. Se trata de una biografía, o una aproximación, con muchos saltos en el tiempo y cambios de perspectiva (hasta sale Hernández Cava explicando cómo descubrió al protagonista), a la figura de Macandé, una leyenda del flamenco pese a que nunca quiso grabar un disco, un hombre con serios problemas físicos y mentales y que acabó en un sanatorio mental.
Puede que sea por estos continuos saltos y cambios, estructurados alrededor de una anécdota, pero el resultado es algo frío, incluso superficial. Lo que en una historia llena de drama, tragedia y sentimiento, sobre el papel, es bastante desconcertante.
Laura, Laura Pérez Vernetti, opta en esta ocasión por un estilo muy suelto, casi abocetado a momentos, con mucho encanto pero que seguro que debió de dejar los pelos como escarpias a los más tradicionales.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Paul Gulacy y Doug Moench: Master of Kung Fu Omnibus 1

Shang-Chi empezó como una extraña mezcla de las películas de artes marciales y de la serie de televisión Kung Fu con las novelas de Fu Manchu de Sax Rohmer. Lo que como concepto no era malo pero que tenía dos grandes problemas:
1-A la hora de reeditarlo hay que ponerse de acuerdo con los herederos de Rohmer, por lo que se ha reeditado poco. Y, si se hacen continuaciones, hay que prescindir de muchos personajes secundarios perdiendo parte de su atractivo.
2-Las novelas de Rohmer son tremendamente racistas en su concepto del peligro amarillo. Aparte, he intentado leerme alguna (Ediciones B publicó unos tomos con tres novelas hace años que eran una preciosidad, con unas ilustraciones sensacionales) pero siempre me han parecido bastante terribles...
La edición de Marvel en formato omnibus, unas 600 páginas, permite darle a esta serie una reedición de lujo en cartoné, con buena impresión, buen papel y un color tal vez demasiado chillón para los dos anteriores...
Entre números americanos y españoles, lo tenía ya todo pero me apetecía tenerla en una buena edición.
Y leerla en orden y de una tacada.
Este primer tomo permite ver los excelentes números de Englehart y Starlin, los titubeantes inicios de Doug Moench (marcado por la presión de hacer esta serie y el magazine Deadly Hands of Kung Fu al mismo tiempo y con el ojo puesto en la edición semanal en el Reino Unido, lo que no le dejaba tiempo de respirar), la llegada de Paul Gulacy (ayudado por numerosos entintadores y dibujantes de números sueltos)...
Todo es correcto o incluso brillante. Me maravilla ver la cantidad de muertos inocentes que van cayendo en los números dando una atmósfera de fatalidad. Aún no me puedo creer que les dejasen publicar el final de la historia de Sandy tal y como la dejaron, tan trágico, tan operístico. Me maravilla el enfrentamiento dialéctico entre Shang-Chi y Fu Manchu en el único número que dibujó John Buscema.
Pero había cierta repetición en sus esquemas con el protagonista andando tranquilamente y siendo atacado por los hombres de Fu Manchu u otro adversario. Moench era consciente de ello, confiesa en el prólogo. Su solución: pasar la serie a algo más que un cruce entre artes marciales y novela pseudopulp, convertirla en la gran serie de espías de los años 70.
Porque a partir de la saga de Velcro, todo se dispara. Los personajes secundarios (Smith, Tarr, Reston) se instalan de forma clara y definitiva. Gulacy mejora de forma explosiva, sobre todo cuando podía entintarse. La influencia de Steranko es tremenda en cuanto a narrativa (Curiosamente, los homenajes a Steranko se ven también en otros autores como Ed Hannigan). Las tramas son sólidas y poderosas, ásperas y poco complacientes en muchos momentos. Cuando nadie sabía que era el agujero de ozono, Moench y Gulacy ya lo usaron como punto de partida de una de sus historias, la de Mordillo (curioso y sorprendente homenaje al dibujante argentino, por cierto).
Sí, ocasionalmente había que meter alguna historia de relleno para que Gulacy pudiese coger algo de aire, pero el nivel se disparó hasta hacerla una de las mejores series de Marvel de esos años y la tercera más vendida, por detrás de Amazing Spider-Man y Conan the Barbarian.
Ahora me espera el segundo, con Gato, con Shockwave, con Larner, con lo mejor...