Poco a poco, Aoyama va creando nuevos personajes que se suman a los iniciales, avanza en algunas subtramas, etc...
Pero en algún momento es consciente de que tiene que hacer algo para mantener viva la premisa inicial y por eso en este tomo Conan pierde su estado infantil para volver a ser el adolescente Kudo.
Sigue funcionando. Si os gustan los whodunnits, creo que hay muy pocos que le lleguen a la altura de éste.
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La obra que ha supuesto las denuncias contra Vivès y sus editoriales, tras intento anteriores que fueron desestimados, recupera al personaje de Petit Paul de Los melones de la ira, un niño con un pene descomunal.
Posiblemente, sea el menos conflictivo por su tono de humor brugueril absurdo, les falta poco para que acaben las historias con persecuciones, pero al ser un chaval el protagonista y no un personaje secundario como en veces anteriores, creo que eso ha sido lo que ha causado las denuncias, amenazas, suspensiones de exposiciones, etc...
Veremos cómo acaba.
Pero para mí, lo que me molesta de verdad es que Vivès que es capaz de mucho más, se dedique a hacer estos cómics que son unas chorraditas muy, muy olvidables.
El segundo cómic problemático de Vivès era una andanada machista contra una autora de cómics, creadora del concepto de la "carga mental" (lo que viene a ser el papel de la mujer trabajadora fuera de casa pero que lleva el peso de las labores domésticas).
Una historia que es pura farsa, con muchísimas ganas de provocar e incordiar y una mayor carga sexual, que incluye escenas de relaciones entre el protagonista y las hijas, menores en algún caso, de un amigo, lo que ha causado las denuncias.
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Un bar de topless y chicas bailarinas es la excusa de Furillo para jugar a ser el campeón de la escatología.
No es para todos los públicos, no, pero si tienes estómago te puedes reír mucho, mucho con las salvajadas que cuenta.
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Un Dylan Dog siempre va bien para limpiar el paladar.
El guion sobre una momia que quiere morir y una secta de tarados que buscan poder es correcto, sin locuras, pero da lo que uno busca: un entretenimiento sin complicaciones.
Al dibujante no lo tenía muy presente y ha sido un verdadero placer, eso sí.
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Ante el revuelo en Francia de la última, penúltima ya, obra erótica de Bastien Vivès me puse a leer las obras de la discordia.
Empecé por la primera y la única editada en España.
En fin, hay sexo, pero para mí hay mucha más violencia y ganas de provocar que otra cosa.
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Bartolomé Seguí aprovechó el confinamiento para recuperar a sus personajes de El Víbora Lola y Ernesto y mostrárnoslos en la actualidad, bordeando la jubilación y planteándose qué ha sido de sus vidas y el futuro que les espera.
Uno de los cómics que he disfrutado más en tiempo, con un oído sensacional para los monólogos internos y los diálogos.
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Un cómic que no conocía de Magius, y que aproveché para llevarme firmado en el Autsaider fest, la celebración de los diez años de vida de la editorial.
Este toque setentero, colorista, pop y loco me encantó. Lo que no entiendo es que no usase los nombres de las personas reales que sirven de base a la trama, cuando una rápida búsqueda en Google te explica quién es quién. Lo de que Paul Castellano lo llame Catalano me parece una chufla divertida, pero también algo innecesaria...
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Un fanzine que me regaló el autor por haber participado en su taller de anatomía aplicada.
Esto son diplomas que valen la pena, oiga.
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Mortadelo y Filemón investigan tormentas y sequías extrañas.
Muy flojito en todos los aspectos.
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La cosa va de que un invento de Bacterio va mal.
Gran sorpresa.
Y las personalidades de los afectados se transforman en todo lo contrario: el honrado se convierte en un chorizo, el cuidadoso en torpe, etc...
Pero esto, esto no me lo pude creer...
El trabajo de restauración de José Villarubia, buscando originales de debajo de las piedras para tener la mejor calidad de línea posible, manteniendo el color original, tras años de recoloreados constantes, es formidable, cómo se agradece ver a alguien que no sólo es un gran profesional sino que lo demuestra.
El releer estas historias ha sido un verdadero placer, con sus monstruos del mes, sus momentos trágicos, sus pequeñas subtramas.
Qué bien se han mantenido estas historias...
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Para mí que Goscinny se tomaba el psicoanálisis a pitorreo, visto el planteamiento del álbum, con un psiquiatra decidido a tratar a los Dalton para que abandonen su vida de delincuentes...
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Uno de los mejores álbumes de la serie, que combina algunos gags insuperables con una trama de misterio que funciona estupendamente,
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La continuación no tardó en llegar. Gulacy se permite usar a Edward G.Robinson como uno de los secundarios, y Moench sigue en el línea inicial, mezclando elementos políticos y sociales con pura acción space opera.
No me hubiera importado leer algo más de estos personajes...
El regreso de Doug Moench y Paul Gulacy a Marvel fue para una miniserie de la línea Epic de ciencia ficción, con un claro componente político y donde Gulacy se lo pasaba bomba dando el color y diseñando todo un mundo, de naves a maquillajes tradicionales, mientras que Moench se venía algo arriba con los textos.
Visto el resultado final, muy correcto y una de sus mejores colaboraciones, me sorprende que no se vaya reeditando...
Panini edita el material Disney y empieza con un tomo que ha sido un éxito en Italia, una publicación que recuerda más a los Manuales de los Jóvenes Castores o similares que a un cómic tradicional, ya que lleva más texto que historieta.
Sólo leva tres, una con Donald de entrenador de un equipo ruinoso, otra con los sobrinos de Donald enfrentados en equipos distintos y sobre la importancia de los porteros y otra sobre los árbitros.
Bonito pero olvidable.
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Florence Cestac cuenta la historia de una prostituta semijubilada en su primera historieta erótica. Al final, como era de prever, hay más humor que otra cosa, lo que no está mal.
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De este álbum me quedo con una elipsis y con la historia de un actor jubilado que es secuestrado para que interprete al héroe que e hizo famoso para una mujer anciana con demencia senil.
Todo muy buen puesto, muy bien desarrollado y con unos personajes que enganchan y con los que no me hubiera importado pasar más tiempo.
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La historia principal no es nada del otro jueves, pero la historia corta final, con un Mortadelo decidido a volar y demostrar que es más listo que Bacterio funciona como un tiro.
Hay algunos elementos que me gustan de estos números, como un cierto ambiente terrorífico, y donde ayuda mucho tener a Colan a los lápices pero también a Syd Shores a las tintas, un tono macabro que se nota en la elección de los villanos, del nuevo Mister Miedo a Death's Head.
No me convencen tanto algunos de los grandes cambios. El hacer que Karen Page supiese que Matt Murdock es Daredevil parece ahora un intento de darle algo de vida a una relación que llevaba ya años estancada, pero que no se plantearon demasiado qué hacer después con ella. Lo de que Matt sea ahora asesor del fiscal, pase. La resolución de que Starr Saxon supiera la identidad de Daredevil y sus trucos para despistarlo fueron un poco patilleros, eso sí.
Esta tanda incluye la saga de la tableta, con ese estupendo final que es pura fábula y que recuerda los relatos fantásticos anteriores a los superhéroes que hacía con Ditko, por ejemplo, Stan Lee.
Soy muy fan de la etapa de Gene Colan y Roy Thomas en la colección original del Doctor Strange, porque fue lo primero que lei del personaje.
Su mezcla de villanos clásicos de la serie, enemigos invitados como Juggernaut, y elementos sacados de Lovecraft funcionaba muy bien. Colan estaba espectacular, de lo mejor que dibujó. Si Ditko hizo maravillas con esos mundos extraños, Colan no se le quedó atrás.
Mención especial para la relación entre Extraño y Clea, que se ve como una relación sorprendentemente normal y relajada, alejada de los dramas románticos que se estilaban entonces.
Incluso su intento de hacerla más popular poniéndole una máscara al personaje me sigue haciendo gracia.
Una de mis sagas favoritas del personajes es una que aparece en esta tanda de números: Tony Stark sustituido por un doble robótico se encuentra en la calle y un loco llamado Midas va a por él con la ayuda de Madame Máscara.
Goodwin y Tuska funcionaban de miedo: momentos trágicos, nuevos personajes, tramas que se aguantan muy bien tantos años después.
