Y la mascletá final. Tragedias familiares que ríase usted de la Familia Real Británica.
Al final nos queda un retrato bastante claro de la personalidad de Deadshot, aún más oscuro de lo que ya era, y una sensación amarga porque se apunta que no hay redención posible para el personaje, ni la quiere ni la espera. Ostrander y la prematuramente desaparecida Kim Yale, esposa del primero, presentan una historia de las que se devoran con algunas escenas de las que se te quedan en la memoria. A los lápices, y por primera vez a las tintas, está Luke McDonnell, que siempre me ha parecido un dibujante algo acartonado pero que tiene una narrativa fluida y agradecida (muy chula la escena del avión en el primer número, por cierto) y que tiene mucha maña para personajes metálicos, armaduras y demás.
O sea, que muy bien.
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