Los guiones son cada vez más sólidos, incluso más oscuros. Los elementos fantásticos (que nunca llegan a serlo del todo) y de serie negra (como en el tercer álbum aquí incluido, que trata sobre el alcalde y el cuerpo de gendarmes de un pueblo totalmente corruptos) van quitando espacio a los enigmas de la novela policial clásica, aunque siga habiendo algo de ello.
Muy divertido el cameo de Hergé en el primer álbum y muy ingeniosa la trama del cuerto, un relato que empieza protagonizado por el padre de Ric Hochet en 1938 investigando un caso y que engancha con una continuación del mismo en la actualidad.
Seguiremos, claro...
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