Me asombra la capacidad de cambiar de estilo gráfico del dibujante, de la línea clara más tradicional a un dibujo más realista sin olvidar algunos abstractos o expresionistas, pero también me molesta esta preocupación por el continente y no por el contenido. Y es que algunas de las historias son puras excusas para experimentos formales o narrativos (estos últimos bastante desafortunados por lo confuso, como las variaciones de la historia Tatanka), lo que hacen que la lectura de este grueso tomo sea en su mayor parte un absoluto aburrimiento y que me quede una tremenda sensación de pretenciosidad de los autores, Cava incluido aunque sea el único que consigue que la lectura me interese algo en alguna de las historias.
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