Jordi Bernet y Enrique Sánchez Abulí: Torpedo 1936 Integral

61 historias leídas prácticamente de un tirón. Lo que tiene mérito con este tocho de 700 páginas. En ella, papel y boli en mano, he podido comprobar que en ellas hay:
 -85, más o menos, personas asesinadas por Torpedo directamente, más varias, sin cuantificar, a manos de Rascal.
 -Un par de secuestros.
 -11 polvos de Torpedo, de los que 7 son violaciones.
 -15 hostias de Torpedo a Rascal.
Hasta aquí los datos por si a alguien le hacen gracia y quiere sacar alguna conclusión original, aparte de que a Torpedo lo que le gusta es joder al prójimo y preferentemente a la prójima.
¿Sabéis que creo tras leer este tomo? Que menos mal que los dos autores dejaron entonces la serie por sus problemas personales. Porque en la última etapa estaba cayendo en un descarado tono humorístico, con juegos de palabras algo forzados la mayoría de veces, y con un dibujo más ligero, más similar a lo que estaba haciendo Bernet en El Jueves con sus primeros años en Clara de Noche, que a lo que había dibujado en los primeros tiempos de Torpedo. Si se hubiese seguido por este camino hubieran llegado a decepcionar o cansar a muchos de sus lectores.
También creo que los relatos cortos funcionan muchísimo mejor que los largos o que algunos relatos tienen un final no excesivamente acabado, que a veces es algo atropellado o un chiste que poco tiene que ver con lo visto hasta ese momento.
Pero cuando las cosas funcionan,que es la mayoría de veces, el resultado es estupendo. Sánchez Abulí tiene chispa en los textos y mala leche en las tramas (me encantan esas preparaciones de los planes de Torpedo) y Bernet demuestra que es un maestro del blanco y negro (punto para la edición, ODIO los Torpedos coloreados), de las onomatopeyas como elemento narrativo, del encaje de las viñetas en secuencias de acción, de la documentación que sirve para hacer un entorno o una época más reales, más verosímiles, más auténticos.
Y, sabiendo lo que sabemos, que está preparándose para el año que viene un álbum dibujado por Eduardo Risso con un Torpedo anciano en el año 1972, tiene más gracia la única historia de una página de Torpedo y que acaba con un Torpedo con bastón pero la misma mala hostia...