La primera historia tiene gracia en el sentido que recupera varios enemigos de historias anteriores del detective de lo oculto y tiene un dibujo de Maurizio de Vincenzo muy limpio, muy eficaz y que recuerda a Mignola en algunas viñetas.
La segunda es la que da título al tomo. Dibujos correctos, algo feístas, y una trama que pasa de esconder sorpresas porque se ven a la legua.
La tercera tiene una historia francamente tonta. Pero recuperan a Angelo Stano, dibujante de la primera historia de Dylan Dog y portadista, que se lía la manta a la cabeza y se pone en plan Breccia el viejo con resultados gráficos muy interesantes por lo poco usuales en los títulos de Bonelli.
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