A mediados de los años 70, la Editorial Valenciana empezó a publicar material de DC. No duraron mucho y no se les suele recordar a la hora de mencionar las editoriales que han sacado cosas de DC por aquí.
Pero hicieron algo interesante y recordado: editar unos cuantos treasurys de Superman y Batman. Este formato gigante, que tuvo su momento en esa década, fue usado por Marvel y DC principalmente para reediciones y algunos cómics importantes como el Superman vs Muhammed Ali o el Superman vs Spider-Man.
Los de la Valenciana tuvieron una buena idea: usar ese formato para material de sus personajes. Como de reediciones ya estaban más que servidos, sacaron dos especiales de Roberto Alcázar y Pedrín.
Éste fue el primero. Como el rollo OVNI pegaba fuerte, y eso que Encuentros en la tercera fase aún no se había estrenado, la cosa iba de los dos héroes contra extraterrestres y platillos volantes.
Vaya desmadre, amigos.
Os resumo el principio por encima. Los dos protagonistas llegan a un castillo a Escocia a petición de un mayordomo que está preocupado por el señor de la casa. Éste desaparece y parece ser secuestrado por un platillo volante. Roberto Alcázar y Pedrín se van a París a hablar con un experto en OVNIS. Al experto lo intentan secuestrar en la calle un os extraterrestres. El experto llama de una cabina al hotel de los dos protas y éstos se plantan a impedir el secuestro en segundos. Se van a hablar con el Secretario de las Naciones Unidas sobre los platillos y cuando llegan un general del ejército americano llama a Roberto Alcázar para decirle que los platillos están atacando Brasil y lo manda en uno de sus aviones a salvar Rio de Janeiro. Bueno, a él y a Pedrín. A nadie más. Un único avión americano pilotado por unos civiles españoles contra extraterrestres en un país que está a horas de avión. Roberto, que evidentemente sabe pilotar el avión si problemas, se planta allí en nada y salva la situación...
La cosa llega a momentos delirantes como cuando unos extraterrestres se disfrazan de los dos héroes para colar unas bombas en una base americana y se pelean las dos parejas. O ver cómo Roberto mira cómo se pilota el platillo para más tarde manejarlo como un campeón. O cuando para atacar la base los malos, montan una estampida de animales de la jungla de modo que allí tienes a los elefantes derribando las alambradas y a los gorilas cargándose los ordenadores.
O sea, un disparate tras otro.
Me he reído mucho con el señor del castillo, que no sabes si es humano y se hace pasar por alienígena en plan Scooby Doo, o al revés.
Pero vaya guión demencial. Esto parece que lo hubieran parido unos críos o unos autores underground en plan choteo.
Eso sí, siempre me ha hecho mucha gracia la rotulación y la forma de los bocadillos de estas historias.
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