La segunda etapa de las aventuras de Roco Vargas es muy curiosa. No tanto en el guión, que sigue las pautas de los primeros, con una mezcla de ciencia ficción y misterio, con un fuerte olor a nostalgia por un pasado ideal, sino en el del dibujo.
Porque hay una evidente diferencia de estilo entre los cuatro primeros álbumes y éste. Adiós a la línea clara, a Chaland y compañía. El resultado actual, más realista, tiene más que ver con Berthet o incluso con algunos de los autores de la EC. No es un mal cambio pero no deja de sorprender.
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