Un antojo. Hacía mucho tiempo que no me leía algún Mortadelo. No conocía esta historia y me lo pillé de segunda mano en un salón.
Uno ya sabe a lo que va e Ibáñez da al público lo que espera: confusiones, chistes a porrillo y muchos trompazos. Y pese a lo adocenado del producto, de las prisas, del tremendo ritmo de producción, de los ayudantes, de los años, sigue habiendo algún gag que te sorprende y te divierte.
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