Cierre de la trilogía de La noche de siempre y Fin de semana un montón de años después. Los personajes están mayores, claro, pero no han aprendido nada. Son unos impresentables, superficiales, egocéntricos. Peores que de jóvenes, diría yo.
Muy lamentables. Me ha sido imposible poder interesarme por estos dos mamarrachos.
Y el estilo de Montesol, puro abocetado con pincel, me parece muy incómodo para leer...
Nos podíamos haber ahorrado este cierre, la verdad.
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