El otro día me di cuenta de que, pese a que hacía más de treinta años-por no decir cuarenta- que no me leía este álbum, aún recordaba el nombre del brujo al que se enfrentan Mortadelo y Filemón.
El motivo es que entonces me pareció uno de los mejores álbumes de la serie y me lo releí varias veces. Ahora me reafirmo.
Porque Ibáñez le da la vuelta al esquema típico de que los dos agentes han de probar un invento de Bacterio, para hacer que en esta ocasión se vayan a defender de algún tipo de arma brujeril. Por eso el resultado, los gags, tienen una frescura especial y hay bastantes que funcionan estupendamente.
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