No tengo ni idea de Rat-Man ni tenía el gusto de haber leído nada de Ortolani.
Pero Lorenzo Díaz, el traductor, aconsejó esta obra en un grupo de Facebook y yo a Lorenzo le hago caso porque me ha indicado grandes obras que igual se me hubieran escapado.
Me alegro de haberle escuchado de nuevo.
Porque esta historia, más allá de temáticas, de intenciones críticas o divulgativas sobre los problemas de transexuales (y que cumple perfectamente), funciona como un tiro porque evita dramones para abrazar sin complejos la comedia de enredo, un puro vodevil. Porque esto no deja de ser casi como una versión inversa de La tía de Carlos, con una persona transexual que adopta un aspecto masculino para poder estar cerca del hombre de sus sueños trabajando junto a él en una editorial ultraconservadora y homófoba.
Ortolani lanza gags todo el rato, rompe la narración actual con una fantasía con el arca de Noé y hace una bizarrada absolutamente genial y que es meter escenas musicales con canciones de los Bee Gees o Aretha Franklin, algo que podría ser una chapuza y explotarle en la cara pero que a mí me ha divertido una barbaridad.
Y encima no acaba con un final pasteloso.
¿Veis por qué escucho a Lorenzo?
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