Esta vez los autores embisten contra la burocracia, y satirizan los antiguos países comunistas. El resultado a veces es un tanto excesivo y nada sutil.
Y la trama cae en momentos demasiado absurdos y forzados (y eso que en "Las ciudades oscuras" ha habido muchos).
Pero el final... Oh, amigos, qué final. Hermoso, mágico y, a la vez, un regreso a la cordura.
El dibujo siempre es una delicia, claro.
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