Lei los inicios de esta serie en la edición de B.O. de hace décadas. Recuerdo que me gustó, que el protagonista parecía el hermano de Flash Gordon y que la impresión era bastante birriosa.
Ahora, en esta gloriosa edición de Manuel Caldas, con las páginas dominicales a color y las tiras diarias en blanco y negro, la he disfrutado más. En parte por la impresión, la traducción, la rotulación que imita la letra original, todo ello sin pegas. Pero sobre todo, porque uno puede ver cómo Warren Tufts no sólo cogía elementos de Alex Raymond, que es lo que se lee con más frecuencia, sino también de Hal Foster y sus espacios abiertos, de Fred Hartman y el uso del pequeño indio que acompaña al héroe, de Roy Crane y su ocasional uso del zipatone en las tiras diarias, de Milton Caniff y su dinamismo y dominio de las masas de negro. En resumen, un buen cóctel de los mejores autores de las tiras de prensa de aventuras.
Otro elemento que se suele mencionar es la violencia de Casey Ruggles. Es cierto que hay momentos un tanto chocantes como cuando Casey o Lilli matan a algunos de sus enemigos sin demasiados remilgos. Pero nadie parece acordarse del humor que hay en muchos, muchísimos, momentos.
Y confieso que me ha encantado el detalle de que, en la primera página, Ruggles diga que el viaje hasta California durará entre seis y nueve meses, y cuando llegan al final de su viaje han pasado siete...
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