Hay cosas que hay que leer con la distancia del tiempo para que situaciones personales no te afecten.
Ahora ya tocaba.
Qué gran trabajo de Seguí, si uno conoce la Palma de los años 80, esas calles del Barrio Chino, queda transportado enseguida.
Y Beltrán, aunque a veces quede críptico y en otras sea algo artificial, demasiado preocupado por "escribir bien", es capaz de que empatices con los personajes, con su mundo, con sus problemas, cuando la naturalidad le gana la mano.
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