En el álbum sobre Futuropolis, Florence Cestac dedicaba algunas páginas al dibujante Charlie Schlingo comentando que se merecería una obra en exclusiva. Junto a Jean Teulé, otro que lo conoció, la acabaron haciendo. Un título genial, por cierto: Me gustaría suicidarme pero no tengo tiempo.
Schlingo era un dibujante de minorías, pero muy fieles, que falleció en un accidente idiota en su casa a los 49 años. Desde entonces, hay un precio con su nombre en el Festival de Angouleme y su obra se reedita por L'Association, entre otros.
Pero él, Schlingo, era todo un personaje. Enfermo de polio. Seductor improbable. Alcohólico. Algo yonqui. Con prontos agresivos. Víctima. Matón. Bohemio. Follonero como él solo. Tan adorable a momentos como odioso en otros. Las historias sobre él son incontables.
El resultado es entretenido pero también algo superficial al estar más centrado en contar algunas anécdotas que en darle un poco más de profundidad a los personajes, o como mínimo al protagonista, lo que da muchas veces la sensación de que Schlingo era un enigma incluso para sus amigos...
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