Este tomo recopila los mejores momentos de la serie, en mi opinión: la saga de Gato, la trilogía de los Exportadores Orientales y la saga de seis partes, con prólogo y epílogo, contra Fu Manchu. Bueno, de esta serie, de la historia de Marvel y de la historia del comic americano. Son una joya.
Gulacy está soberbio: sus juegos de luces y sombras, sus filigranas narrativas, el uso de parecidos con actores (lo que hoy no le dejarían hacer, claro) para potenciar sus personalidades. Impresionante. Aún no entiendo que no le dejaran hacer las portadas.
Moench se arriesga, con números de compleja lectura, con relaciones sentimentales más reales que las habituales en los comics de Marvel, tan soap opera ellas, con personajes complejos tremendamente reales, de forma que cuando algo malo les sucede, y les pasa con bastante frecuencia, duele. Y todo ello con unos textos tan hermosos como tristes.
Lástima que Gulacy se fuera por sus dolores de espalda que ya habían provocado algún fill-in de vez en cuando. Le sustituyó Jim Craig, un joven prometedor, con ojo para imitar a Gulacy en el estilo narrativo pero que era aún peor para las entregas, lo que causó que se llegara a reeditar algún número antiguo, o que Pat Broderick hiciera un número que se editó un año y medio más tarde o que empezara Mike Zeck a ir haciendo números de sustitución hasta que se decidió que Zeck iba a ser el dibujante fijo. Este baile de dibujantes hacía que la trama principal fuera durante una buena temporada a trompicones, apartándose uno o dos meses para dar paso a los fill-ins que, sí, estaban bien, a veces incluso muy bien, pero que no hacían olvidar su condición de relleno intemporal...
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