Final de la serie. Una pena.
Porque Federico del Barrio estaba en un momento dulce, potentísimo gráficamente, clarísimo narrativamente.
Y porque Felipe Hernández Cava llevaba al protagonista a la Segunda República, a las puertas de la Guerra Civil, a una relación amorosa bella y complicada, y sus argumentos policiacos eran cada vez mejores. El de este álbum es formidable, con un asesino psicópata que deja enigmas, y me ha tenido enganchadísimo.
Comprad los álbumes a Ikusager.
¡O que alguien los reedite en un integral, hombre, ya!
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