Seguramente soy yo pero veo cierto parecido en Carlos Giménez y Clint Eastwood en cuanto a que los dos les ha dado por trabajar como locos pese a tener ya una edad respetable, como si fueran conscientes de que el tiempo se les acaba (lo que es evidente con la parte final de esta obra), y quisieran dejar el máximo de obra posible...
Este álbum de más de cien páginas es buena muestra de ello. Un álbum con portada fechada en 2016 y con la última página en 2017. Seguro que ya debe haber hecho más de un álbum desde entonces...
Esta adaptación libre del relato de Dickens, nada complaciente, es idónea para que Giménez, que siempre ha tratado temas autobiográficos, vuelva a recorrer caminos ya conocidos como los "hogares del Auxilio Social" pero también para contar temas más personales y desconocidos, como su madre o algún primer amor, momentos llenos de ternura y nostalgia, bellísimos en su tristeza y mis favoritos por su emotividad. Giménez aprovecha la obra también, retomando otra de sus facetas, para denunciar la indiferencia ante los indigentes, ante los desahucios, ante la muerte de los inmigrantes...
Y, tal vez lo que me sobra más, para arreglar cuentas con un mínimamente maquillado Joan "Navárrez" Navarro.
Aunque reconozco que Giménez no se corta y es especialmente crítico consigo mismo, consciente de su cada vez mayor mal genio, de su misantropía, de su desapego familiar, de su voluntaria soledad.
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