Este álbum es un buen ejemplo para ver el grado de improvisación, con lo bueno que puede tener de frescura y lo malo de caos, en el trabajo de Charlier, a quien en alguna ocasión se le editó algún álbum con el título cambiado respecto a la serialización en revista porque se daban cuenta de que no encajaba mucho con la historia o, como en un famoso caso de esta serie, no se entendía el título hasta la última viñeta donde se explicaba de una forma bastante patillera.
Bueno, os voy a contar bastante del álbum. Destripes a cascoporro. Tampoco pasa nada. ¡De aquí a que lo leáis no os vais a acordar, probablemente!
La historia empieza con que los cinco scouts se encuentran un mensaje en un botella en el mar donde se explica en qué apartado punto de la costa de Groenlandia está un famoso científico y sus compañeros que han naufragado allí. Después de que las autoridades envíen un avión y no vean nada, tres de los cinco chavales se enrolan de grumetes en un barco ballenero para poder investigar in situ, gracias a la ayuda de miembros de otros países de los scouts. Esta primera parte es curiosa y llena de detalles de documentación.
La segunda parte es aún más demencial. El científico y sus compañeros han sido capturados por un país a lo soviético y los han metido a trabajar en unas instalaciones. Los castores deciden liberarlos y se preparan para sacarlos.
Y aquí, alguien debió de decir Oye, que son unos críos, no James Bond, que son los castores, no Buck Danny o Michel Tanguy.
Resultado final, que a los científicos los tiene que rescatar un miembro adulto de los scouts presentado en última instancia, mientras los protagonistas se quedan en la tienda rezando.
Un montón de disparates.
¡Muy entretenidos, eso sí!
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