Lo primero que sorprende de esta obra es su extensión. Con sus casi 180 páginas es casi un integral.Que, eso sí, se lee muy rápido. En parte por el trabajo de Christopher, ameno, emotivo, sorprendente, original, en parte por el de Rubén Pellejero, eficaz en su aparente sencillez, capaz de hacer entrañables a cualquiera de los personajes que van apareciendo, impactante siempre.
Lo segundo que me llama la atención es su punto de partida, muy similar al Cenizas de Álvaro Ortiz: llevar las cenizas de alguien a cierto punto, una premisa que permite a los protagonistas de esta historia de carretera ir conociendo diversos personajes, encontrarse en situaciones dramáticas, humorísticas o surrealistas, y acabar el viaje siendo diferentes, mejores con suerte, y conociendo mejor a los de su entorno.
Lo tercero es el canto de amor a los músicos de finales de los años 60 y primeros 70. Los capítulos van marcados por un tema musical concreto de esos años donde pasan todos los grandes de esa época, prácticamente. Me he hecho una lista en Spotify, exceptuando los temas contados que no tienen, por cierto.
Lo recomiendo abiertamente. Leedlo en francés o esperad a la edición española, pero leedlo.
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