Empecemos hablando de la edición: exceptuando alguna rotulación muy puntual que baila, es una maravilla por el enorme tamaño del álbum, por su oloroso papel, por la impresión...
La imagen que elijo está cortada. Ya os digo que el tamaño es enorme.
Pero lo importante es la obra. Y lo primero que me viene al leer esta edición a lo director's cut-que incluye al material de Camaleón, algo de la versión para periódicos más varias historias cortas de los autores en el estilo de Impresiones de la isla- es que hay que ver cómo una obra que mira tanto a los pioneros del cómic (y aquí pongan ustedes los nombres que quieran, porque todos están en mayor o menor parte) puede ser tan moderna, incluso ahora después de más de veinte años de su primera edición.
Fernando Iglesias juega con el movimiento en el espacio escénico de una manera hipnótica, sin caer en repeticiones, con el color, con la expresividad de sus personajes, con diferentes estilos de dibujo. Ojalá se le viera más a menudo...
Y Carlos Portela, por su parte, aporta unos diálogos deliciosos para unos personajes encantadores y lanza referencias de todo tipo, cultas (El barón rampante o Espronceda, por ejemplo), populares (Serrat y ¡Gloria Lasso!) y las que son de un ámbito más privado (de las que sólo puedo decir una que se refiere a cierto compañero de piso).
Pero el resultado final es tremendamente entretenido y delicioso, ingenioso e inteligente.
Ojalá hubiéramos tenido más.
Ojalá tengamos más.
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