Le agradezco a Bryan Talbot sus ganas de experimentar y de no encasillarse. Pero igual por eso, por esos bandazos, no soy muy fan suyo, aunque aquí haga un trabajo de lo más interesante.
De quien sí me parece que voy a ser fan es de su mujer, Mary M. Talbot, fíjate. El grado de emoción que ha conseguido transmitirme, ese paralelismo entre ella y la hija de Joyce, con padres brillantes profesionalmente pero más bien lamentables en lo personal, no voy a olvidarlo fácilmente.
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