Manara tiene un problema, en mi opinión, y es que ha quedado encasillado en el tema erótico. Que sí, que dibuja unas mujeres muy guapas y tal, aunque un tanto ordinarias y repetitivas en mi opinión. Pero parecía que el autor de los juegos metalingüísticos y enloquecidos de Giuseppe Bergman había desaparecido, devorado por el éxito del autor de cómics eróticos.
Y no.
Esta obra es una biografía de Caravaggio. Manara ya había demostrado su interés por la vida de los pintores en un relato breve sobre Veronese, Mors Tua, Vita Mea. Aquí vuelve un poco a ello: la pasión por la pintura y el dibujo, la recreación histórica, la Inquisición, la importancia de la Iglesia. ¿Algo de sexo? Sí, pero de pasada. No es lo que le interesa. Tiene su atención puesta en el drama, en la tragedia, en la composición de personajes, en el retrato de los problemas de la creación artística.
Una sorpresa muy agradable.
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