Este cómic viene a ser un número de La espada salvaje de Conan pero editado a color (un color bastante pasteloso, seamos sinceros).
Thomas adapta libremente un relato de Howard, que tiene poco de espada y brujería y de los elementos que uno espera: no hay chica, no hay magia. Sólo hay una serpiente bastante grande y bastantes guerreros enemigos, siendo el resultado más de aventuras que otra cosa.
Me sorprende bastante el final, además, con ese enemigo, del que sabemos que ha exterminado poblaciones enteras y del que Conan se acaba apiadando porque, oh, tiene familia.
Buscema siempre me gustó mucho con las tintas de Alfredo Alcalá. Esta viñeta me parece modélica de Buscema: no hay fondos, ni perspectivas, ni preocupación por narrativa ni proporciones. Acción, acción, acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario