Y se acabó.
Creo que, vistos en conjunto, los cinco álbumes de Pepe tienen demasiadas repeticiones, y carecen de una estructura narrativa coherente, más allá de ser una sucesión de anécdotas a veces enlazadas de forma muy endeble,
Por otro lado, Carlos Giménez es para mí un maestro de la emoción. Y ha habido algunos momentos muy dignos. El final de este último tomo es magnífico tanto en lo sentimental como en la mecánica narrativa. ¡Qué lástima que no usara esta argucia para contarlo todo así! Y reconozco que uno se hace una idea muy clara de cómo era Pepe González, al menos para Carlos Giménez.
Así, por un lado creo que la obra, algo aligerada de tanto dar vueltas a lo mismo, hubiera ganado muchos enteros.
Y por otro, qué momentos más bonitos uno encuentra uno, sobre todo de homenaje a unos autores y a una generación.
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