La historia principal, una mezcla extraña de El Conde de Montecristo, el mito de Anteo y cambios de sexo (muy poco sorprendentes, por otra parte) tiene gracia. Sobre todo por ver a Batman por el Amazonas cantando más que un pulpo en un garaje.
El complemento no le va a la zaga. Metamorfo descubre la bomba en el único sitio donde no se les ha ocurrido mirar a los artificieros: en el baño de señoras.
Yo no sé qué se había tomado Bob Haney para escribir esto...
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