Esta primera parte de una trilogía sobre demonios se parece menos a Hellboy o Sandman que a Quotidanía Delirante, porque importa menos al lector el enfrentamiento entre seres puros y demonios con el destino de la humanidad en juego que lo que hace un catedrático universitario enchufado, mediocre y corrupto o unos matones que son los Pepe Gotera y Otilio del crimen.
Aparte, uno no puede evitar entender el punto de vista del demonio, un personaje menos maligno y con la cabeza mejor amueblada que muchos otros de los personajes supuestamente "positivos"...
Es decir, que más que fantasía y aventura, aunque la haya, me pesa más la sorna que destila todo.
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