Puño de Hierro nació en las páginas de Marvel Premiere, una de las cabeceras de Marvel donde se iba probando la viabilidad comercial de varios personajes, y tras casi un año allí consiguió su propia colección. En España Vértice empezó la casa por el tejado ya que publicó primero, muchos años antes, Iron Fist que los números de Marvel Premiere.
Yo, como muchos, los leí desordenados. Y no sólo por el caos de Vértice sino que, además, compré muchos en mercadillos y los leía según los encontraba. Por eso me apetecía leer por fin estos números en su orden real.
Ha sido una experiencia curiosa porque se notan los bandazos creativos constantes. Los guionistas cambian cada dos por tres, casi todos muy dignos, pero se ve que cada uno tenía sus propias ideas sobre el tono de la serie y de la personalidad del héroe protagonista.
Empieza Roy Thomas con un potente Gil Kane en plan homenaje a Bill Everett y a un olvidado personaje suyo. Le siguen Larry Hama, dibujando lo más parecido a Kane que puede, y Len Wein, más perdido que un pulpo en un garaje. Wein da un salto temporal y geográfico incomprensible para entrar en el tópico de "va el héroe por la calle y le ataca un supervillano de medio pelo", aunque añada ciertos detalles importantes al origen del héroe.
A continuación viene Doug Moench, que monta unos números algo oscuros, que recuerdan, claro, a su Master of Kung Fu, con detalles muy interesantes y uno se pregunta qué hubiera hecho si se hubiera quedado más tiempo.
Tras Moench vino Tony Isabella, que empieza intentando integrar más a Puño de Hierro con el Universo Marvel haciendo que luche contra Batroc a la vez que cierra tramas y subtramas. Hasta creó a Misty Knight (aunque dijeran luego que un personaje sin nombre en un antiguo número de Marvel Team-Up era ella)...
Lo que le vino de perlas al siguiente, Chris Claremont, al que pronto acompañaría un jovencísimo John Byrne, ya que pudo empezar a desarrollar sus propias ideas sin demasiadas ataduras del pasado. Posiblemente las únicas fueron seguir el estilo de usar la segunda persona del singular (con Eres Puño de Hierro, solían empezar habitualmente los números) y en poner siempre la misma letanía cuando el protagonista usaba su poder.
Pero es indiscutible que Claremont y Byrne le dieron un aire fresco a la colección que se extendería pronto a muchos otros títulos de la editorial.
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