La adaptación de la novela de Cristóbal Serra me ha parecido una sorprendente mezcla de Los viajes de Gulliver y El español y los siete pecados capitales, por eso de mostrar un país inventado que no deja de ser una forma de mostrar de forma exagerada los defectos y los vicios de nuestra civilización.
El problema es que es más un ensayo que una narración al uso y no me acaba de enganchar.
Afortunadamente hay momentos gráficos preciosos, como ese coche bajo el mar. Y me divierten horrores los guiños mallorquines que se escaparán a los foráneos.
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