Con el tiempo he aprendido a disfrutar del trabajo de Don Heck, al menos el de estos años. Es cierto que nunca se sintió muy cómodo entre los superhéroes. Su narrativa siempre fue curiosa, prácticamente no hay página en que no haya alguna viñeta con una mano o un plano detalle un tanto forzado. Pero sabía dibujar mujeres elegantes y su base de dibujo a lo Milton Caniff es muy adecuada en las escenas cercanas al género de aventura o de espionaje, por no decir las románticas.
Y de Stan Lee, poco nuevo puedo añadir. Me divierte en este tomo lo despistado que debía de ir porque en un número Tony Stark parece que ha muerto alcanzado en su casa por un rayo. Y al cabo de unos números cuando "resucita" lo explica diciendo que estaba de viaje. ¡Y eso que había testigos de que estaba en la casa! Me pregunto cómo lo explicarían en el correo. Pero eso es anecdótico. Una de las cosas que hizo grande a Marvel fue el dramatismo de sus personajes y buena parte de ello radicaba en los diálogos, tremendamente teatrales y casi autoparódicos. Y en este tomo hay algunos sensacionales.
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