Una de mis obsesiones cuando leo un cómic (o miro una película, o leo un libro, tanto da) es analizar su estructura. Hay obras que son mucho mejores por usar una determinada forma de contar las cosas, un orden. Otras pierden.
Ésta es una de ellas. Empezar este cómic y saber que la protagonista acaba de morir ya hace que preveas muchas cosas y que ciertos momentos no te emocionen tanto porque ya estás avisado de lo que vendrá.
Y es una lástima, porque la parte de la adolescencia de la protagonista, cuando descubre su sexualidad, cómo la va aceptando, cómo se va formando una parte básica de su personalidad, es una delicia. Como el uso de color, o el dibujo en sí.
Una lástima que la parte contemporánea sea mucho menos emotiva, más tramposa, más efectista y mucho menos funcional.
Me quedo, claramente, con la primera parte de la obra.
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