Puede que, leído de corrido, se note cierta improvisación en los guiones, pero los primeros años del Flash Gordon de Dan Barry se mantienen sorprendentemente frescos pese al más de medio siglo que ha pasado desde su primera publicación.
Puede que porque el Flash de Barry es humano, es heroico, es capaz de fracasar en algún momento o de perder alguna pelea, y sus trepidantes aventuras tienen un punto menos fantasioso que las de Raymond, convirtiéndolo en un personaje diferente.
El resultado es que he devorado este primer tomo, así que no creo que tarde en leer los siguientes.
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