La etapa de Gerry Conway fue visto y no visto, casi como su etapa de editor. Escribió algunos números entre las etapas de Steve Englehart y de Jim Shooter, mucho más interesantes en la historia de los Vengadores.
Además, el modo en que se apropió de la colección le provocó un enfrentamiento con Englehart que aún dura. Me ha hecho gracia, en plan prensa rosa, ver los textos de ambos en los prólogos de los Marvel Masterworks y cómo Englehart muestra su indignación y no quiere ni mencionar a Conway, mientras que ëste confiesa que lo gestionó fatal y se arrepiente de haber perdido la amistad de Englehart.
Conway también cuenta el caos de la Marvel de los años 70 y pone el ejemplo del continuo baile de autores que uno puede ver en este tomo. A Shooter lo vemos de guionista pero también de colorista y de dibujante (en el número de Super-Villain Team-Up que se incluye por ser parte de un crossover), por ejemplo. A mí esto me da lo mismo. La Marvel de los años 70 es la que más me gusta, probablemente. Y si un número lo hace John Buscema, otro Sal Buscema y otro George Tuska me parece perfecto.
Lo que me toca más las narices es que queden cabos sueltos en las historias. ¿Quién demonios resucitó la estatua del Caballero Negro?, por decir algo...
Pero entre tanto caos tenemos a un George Perez pletórico, potentísimo y la llegada del Hombre Maravilla, ese personaje cuya inesperada muerte tanto impresionó a George R.R.Martin. Y el número del ataque del Hombre Hormiga que sigue siendo divertidísimo.
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