El final del segundo arco es bastante decepcionante. Dixon intenta cerrar los subargumentos como puede pero muchas cosas quedan forzadas o bastante en al aire.
Una lástima porque la colección iba cogiendo interés y Dixon corría riesgos (¿demonios?) para sorprender al lector, lo que agradezco, aunque nunca llegó a ser un título especialmente interesante.
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