Al final, nos queda una especie de historia imaginaria/cruce editorial: ¿Qué hubiera pasado si Shang Chi fuera un monje en la China Imperial y consiguiera el anillo de los Linternas Verdes? Una premisa marciana pero que está bien resuelta, con un final bastante amargo (el fatalismo del mejor Doug Moench), y un Gulacy que sin estar en su mejor momento es capaz de dejarnos grandes, elegantes, tétricas, tiernas, tremendas viñetas.
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