Lo de llevar a Jonah Hex de la ambientación del oeste típica a una ciudad de finales del siglo XIX tiene gracia y posibilidades. Palmiotti y Gray, que me divierten pero que también son muy irregulares, arrancan bien pero no acaban de cerrar bien las tramas dando una sensación de cierta improvisación.
Moritat es capaz de grandes viñetas y de otras que parecen sacadas de un fanzine de un novato, sin fondos, con un entintado torpe y monótono y expresiones grotescas. Me desconcierta.
Aparte, hay unos complementos: el de El Diablo, dibujado por Jordi Bernet, donde el protagonista se las ve contra unos zombies invocados por un espíritu indio y que tiene un final de lo más patoso; y el de Barbary Ghost (tremendo juego de palabras con Barbary Coast), un nuevo personaje dibujado por Phil Winslade, que no creo que vaya a ir mucho más lejos.
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