La muerte del gran Joe Kubert hizo que me entraran ganas de leer algo suyo. Así que saqué de la estantería uno de los tomos Showcase que no había leído aún. Los Showcase son DENSOS, muchas horas de lectura. Eso es lo bueno. Me molesta que sean en blanco y negro aunque no el papel tirando a malo, la verdad. Si fueran en color cutre, tal y como se editaron originariamente, serían perfectos. Hay tebeos de esos años maravillosos que se merecen ediciones de lujo. Otros ya es una suerte que se reediten pero a los viejos lectores nos llena más este material que la mayoría de lo actual.
Del Soldado Desconocido sólo había leído, Vertigo aparte, algunos de los primeros episodios, que conseguí en una macrocompra de tebeos americanos que montamos entre tres a Sergi Gras hace muuuchos años.
Ha sido divertido ver cómo evoluciona el personaje en estos cinco años de historias, con treintaypico relatos a cargo de varios equipos creativos. Empieza como un soldado al que nunca se le ve la cara pero pasa muy pronto a su tradicional aspecto vendado. Las historias son autoconclusivas y van saltando en el tiempo y en el espacio según interesa al autor. Cuando Joe Kubert anda agobiado de trabajo aprovecha viejas historias suyas de guerra con un hábil montaje. Pronto le sustutuye Archie Goodwin al guión y Jack Sparling al dibujo perdiendo intensidad en ambos apartados aunque manteniendo una gran corrección...
Lo bueno viene cuando llega Frank Robbins al guión quien escribe unos episodios potentísimos, que empieza a contar historias más largas de varios números, con un control de la documentación brutal, capaz de usar escenarios que van más allá de los tanques africanos, la guerra del Pacífico o los combates en Europa en las Ardenas y quien lanza alguna idea curiosa como que el Soldado Desconocido se rasca contunuamente sin darse cuenta por lo delicado de su piel y lo que le molestan las máscaras de plástico que lleva continuamente. Posiblemente el mejor episodio sea uno escrito suyo sobre enfrentamientos entre soldados americanos blancos y negros y como el Soldado Desconocido debe mentir a ambos para seguir luchando contra los alemanes.
A Robbins y Sparling les sustutuyen David Michelinie y Gerry Talaoc (en un trabajo con bastante coña con un estilo de dibujo entre Alex Niño y Frank Robbins y con una narrativa tremendamente eficaz) con la llegada de Joe Orlando como editor. Lo primero que hacen es mostrar por fin la cara destrozada del Soldado Desconocido, algo así como un Cráneo Rojo mezclado con la parte chunga de Jonah Hex. Puede que fuera por la influencia terrorífica de Orlando... Pronto vuelven a su aspecto vendado, eso sí. Michelinie le da un toque muy duro a sus números: el Soldado Desconocido ha de matar a una mujer a sangre fría para salvar a miles de judíos o unos americanos atropellan a unos niños haciendo que sus conciudadanos apoyen a los nazis. Hay trampas y explicaciones a todo esto pero hay un notable cambio de atmósfera de los números de Michelinie a los anteriores... La guerra parece mucho más brutal, mucho más cruel.
Muchas horas de entretenimiento, la verdad. Pero no he podido evitar pensar en si en alguna ocasión se han llegado a encontrar el Soldado Desconocido con el Blanco Humano...
No hay comentarios:
Publicar un comentario