Me encantó conocer a Émile Bravo en A Coruña el año pasado. Allí lei una historia de una página en su expo sobre cómo, en una de sus tradicionales vacaciones en España cuando era niño, descubrió que El Botones Sacarino era una plagio de Gaston con unas gotas de Spirou. Me ha encantado encontrarla a color en un Spirou...
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