Los que me conocen saben que soy muy brasas con un tema: el de la recuperación de los personajes clásicos del tebeo español y de cómo sus propietarios los dejaron morir por una falta de visión tremenda, no como sus colegas italianos que aún andan con sus Tex y Diaboliks sin problemas.
Total, que leer una historia donde se recupera a Roberto Alcázar, aunque lo llamen García, me parece estupendo.
Pero Santiago García es un buen conocedor del cómic americano y nos trae un Roberto Alcázar pasado por un filtro muy yanqui. Y así la descongelación para traerlo a nuestros días recuerda a la del Capitán América en los Vengadores de la mano de Stan Lee y Jack Kirby y su héroe fuera de su época. Que García siga siendo un facha y un racista tiene aires de la Sombra de Chaykin. Los enfrentamientos de García con los cuerpos de seguridad es puro Batman milleriano. Hasta hay cosas del Miracleman/Marvelman de Alan Moore.
Pero no es simplemente una "americanización" o una "modernización" de un icono de¡l tebeo español clásico. García se divierte mostrando la evolución de nuestra sociedad, criticando políticos y diversos organismos. Y nos divierte al mismo tiempo usando las reglas de un thriller.
Como es sabido, Manel Fontdevila empezó a dibujarla y la dejó cuando llevaba un porrón de páginas. Aquí se le reconoce el trabajo y las escenas situadas en el pasado, y que imitan el estilo de Vañó, son suyas. Una excelente idea que funciona narrativamente de manera espectacular, más allá del homenaje o el guiño.
Me queda hablar de Luis Bustos y de él sólo puedo decir que me ha fascinado su dinamismo y su fuerza gráfica.
Es decir, que me he quedado muy ansioso por la segunda parte.
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