He tardado en poder leer esta obra porque cada vez que iba a Dolmen a recoger las novedades se les habían acabado las copias que tenían por la redacción. Buena señal, supongo.
Esta novela gráfica gira acerca de la vida y de las depresiones de su dibujante. El guionista es amigo suyo y antiguo compañero de piso. No he podido evitar sentir a veces que aquí había un montón de emoción, de rabia, de pena, de dolor, de miedo y que se exponía sin tapujos, sin preocuparse de lo que puedan pensar los demás, ya sea por valentía o por inconsciencia.
El resultado es una de esas obras que no se olvidan rápidamente. Todo lo contrario, hay material a espuertas sobre el que reflexionar.
No penséis que tampoco esto es un dramón. Hay más de un momento con el que me reí mucho, como alguno en los que aparece el crítico Florentino Flórez.
Muy bien. No me sorprende que ganase el premio Ciutat de Palma de novela gráfica.
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