viernes, 7 de diciembre de 2018

Paul Gulacy y Doug Moench: Master of Kung Fu Omnibus 1

Shang-Chi empezó como una extraña mezcla de las películas de artes marciales y de la serie de televisión Kung Fu con las novelas de Fu Manchu de Sax Rohmer. Lo que como concepto no era malo pero que tenía dos grandes problemas:
1-A la hora de reeditarlo hay que ponerse de acuerdo con los herederos de Rohmer, por lo que se ha reeditado poco. Y, si se hacen continuaciones, hay que prescindir de muchos personajes secundarios perdiendo parte de su atractivo.
2-Las novelas de Rohmer son tremendamente racistas en su concepto del peligro amarillo. Aparte, he intentado leerme alguna (Ediciones B publicó unos tomos con tres novelas hace años que eran una preciosidad, con unas ilustraciones sensacionales) pero siempre me han parecido bastante terribles...
La edición de Marvel en formato omnibus, unas 600 páginas, permite darle a esta serie una reedición de lujo en cartoné, con buena impresión, buen papel y un color tal vez demasiado chillón para los dos anteriores...
Entre números americanos y españoles, lo tenía ya todo pero me apetecía tenerla en una buena edición.
Y leerla en orden y de una tacada.
Este primer tomo permite ver los excelentes números de Englehart y Starlin, los titubeantes inicios de Doug Moench (marcado por la presión de hacer esta serie y el magazine Deadly Hands of Kung Fu al mismo tiempo y con el ojo puesto en la edición semanal en el Reino Unido, lo que no le dejaba tiempo de respirar), la llegada de Paul Gulacy (ayudado por numerosos entintadores y dibujantes de números sueltos)...
Todo es correcto o incluso brillante. Me maravilla ver la cantidad de muertos inocentes que van cayendo en los números dando una atmósfera de fatalidad. Aún no me puedo creer que les dejasen publicar el final de la historia de Sandy tal y como la dejaron, tan trágico, tan operístico. Me maravilla el enfrentamiento dialéctico entre Shang-Chi y Fu Manchu en el único número que dibujó John Buscema.
Pero había cierta repetición en sus esquemas con el protagonista andando tranquilamente y siendo atacado por los hombres de Fu Manchu u otro adversario. Moench era consciente de ello, confiesa en el prólogo. Su solución: pasar la serie a algo más que un cruce entre artes marciales y novela pseudopulp, convertirla en la gran serie de espías de los años 70.
Porque a partir de la saga de Velcro, todo se dispara. Los personajes secundarios (Smith, Tarr, Reston) se instalan de forma clara y definitiva. Gulacy mejora de forma explosiva, sobre todo cuando podía entintarse. La influencia de Steranko es tremenda en cuanto a narrativa (Curiosamente, los homenajes a Steranko se ven también en otros autores como Ed Hannigan). Las tramas son sólidas y poderosas, ásperas y poco complacientes en muchos momentos. Cuando nadie sabía que era el agujero de ozono, Moench y Gulacy ya lo usaron como punto de partida de una de sus historias, la de Mordillo (curioso y sorprendente homenaje al dibujante argentino, por cierto).
Sí, ocasionalmente había que meter alguna historia de relleno para que Gulacy pudiese coger algo de aire, pero el nivel se disparó hasta hacerla una de las mejores series de Marvel de esos años y la tercera más vendida, por detrás de Amazing Spider-Man y Conan the Barbarian.
Ahora me espera el segundo, con Gato, con Shockwave, con Larner, con lo mejor...

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